En estos tiempos en los que Grey a animado la lectura (ese tipo
de lectura fácil y entretenida pero a la postre lectura que bienvenida sea) y
ha llenado de sombras la duda sobre fantasías sexuales no vividas, pero en
muchos casos deseadas, provocando algún que otro deslizamiento del cursor de la
bragueta hacia páginas virtuales inconfesables así como alguna huella húmeda en esa encrucijada anatómica
que los anuncios tratan de convertir en una nube etérea sin olor ni sabor
propio, bueno es leer otro tipo de discurso escrito sobre los mismos mimbres
pero con argumentos más sólidos. Y tan sólidos que Anaïs Nin lleva leyéndose
desde la década de los 40 mientras que E. L. James ha logrado
colocarse en la cima de los Top y como uno más de los éxitos de los 40
principales acabará siendo pasto del olvido. Quince relatos que llenan de luz
esos espacios sombríos que tanta estrechez inculcada desde los púlpitos han
facilitado cremalleras herrumbrosas y encrucijadas secas.
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