Nutritiva lectura sobre escritores y escritoras ya
fallecidos que de forma ágil y volandera lleva de un autor a otro mediante la
exposición, en clave de humor, de sus vidas casi siempre azarosas en la que se
demuestra que nada hay nuevo bajo el sol y máxime cuando se trata de quienes se
ven atrapados por el oficio de la escritura. Egos enardecidos, absenta, drogas,
orgías, todo cabe, a todo se le podrá sacar valor literario.
Concluye el libro con unas fotografías de postales de
escritores que el autor gustaba de reunir y que aprovecha para hacer unos
breves pero descriptivos apuntes sobre las mismas en los que se aprecia sus
grandes habilidades para sacarle partido a los rostros de los literatos
comentados.
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