Luise vino con veinte años
a Tenerife tras leer una oferta de trabajo en su pueblo de Alemania. Se precisaba
institutriz por parte del señor Trenkel, hotelero propietario de El Martianez
en Puerto de la Cruz, el Quisissana en Santa Cruz y otro más en La Laguna.
Describe su vida, sin un día libre a cargo de los cinco niños de la familia así
como sus visitas a las ciudades, a las fiestas familiares y hasta a una corrida
de toros. En lenguaje sencillo se hace eco de cuanto ocurre a su alrededor como
la estancia de soldados alemanes que paran en la isla camino de sus campañas en
Namibia así como de la visita de Alfonso XIII.
Al leer la reseña, el apellido Trenkel me hizo recordar que en el año 55 había en La Laguna un señor con ese apellido que tenía tres hijos, con el menor Otto Trenkel jugaba con unos barcos en unos charcos de Bajamar, el mío era un balandro y el de él una Kon-Tiki. Lo pasábamos muy bien.
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