El confinamiento Covid-19 ha facilitado múltiples
alternativas. Una de ellas fue la limpieza de la casa y de estanterías. Aparece
así La Biblia, aquel libro enorme que estuvo años y años en la mesa de la sala.
También colecciones como la de Salvat que, alguien, antes de ser tirada te
habla de ella. Como consecuencia te sueltan los 100 ejemplares y apáñatelas que
yo ya me los quité de encima.
El faro del fin del mundo es uno de estos ejemplares.
En el primer capítulo Verne acaba de construir el faro
en la Isla de los Estados, a cargo de la marina Argentina y deja tres fareros a
su cuidado durante tres meses.
En el segundo capítulo describe la isla. La he buscado
en Wikipedia y la descripción que realizara el autor en 1901 supera con mucho
la expuesta en pantalla. A falta de imágenes, como las que aporta Wikipedia,
sería interesante saber de la enciclopedia que se nutrió don Julio.
Luego vienen tres meses de peripecias entre la defensa
del faro y la ocupación por parte de unos piratas para confundir a las embarcaciones
que se acercaran al Cabo de Hornos, hacerlas encallar y robarles las
mercancías.