La fusión de ambos eventos en la memoria
de Gabriela Ybarra facilita libretas de anotaciones. Resultado de ellas es: «El
comensal». Seis años antes de que la
autora naciera, su abuelo es secuestrado por ETA; corría junio del año
1977 cuando Javier Ybarra fue asesinado y abandonado en el monte. Hace
nueve años muere su madre tras sufrir un cáncer de colon.
A lo largo de sus páginas se encadena la
toma de conciencia del proceso vivido por su familia, del que ella fue aislada,
con el de su madre, del que se ocupa en primera persona.
Escribe: «Miro fotos de etarras e
investigo sus vidas. Me cuesta aceptarles, porque asumir su humanidad significa
reconocer que yo también podría llegar a hacer algo así. Mi conciencia estaba
más tranquila cuando imaginaba que eran locos o que no eran personas.
Marcianos. Ficción».
Es esta una apreciación que compartimos
muchos desde la tranquilidad que daba estar a miles de kilómetros de distancia
de los hechos.
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