Tienes que leerte Los Cuentos
del Don, me dijo. A ver si te lo consigo, no está fácil dar con Los Cuentos del
Don. Los Cuentos del Don los leí en el cuartel y creo que te van a gustar.
El Don lleva sonando meses
como una campana que repicara en la lejanía. Su lejanía me ha llevado, río
abajo, Río del Don, hasta la Catedral de la
Resurrección de Starocherkásskaya, símbolo de los cosacos del Don; a
conocer su aforamiento especial con respecto al Zar Nicolás II y cómo tras su
caída quisieron crear su propia república desobedeciendo las imposiciones mencheviques
y bolcheviques por lo que fueron diezmados y deportados; al acabar la Segunda Guerra
Mundial, desde toda Europa, fueron concentrados en Austria y la Operación Keelhaul
se encargó de repatriarlos nuevamente a Rusia y allí Stalin dio buena cuenta de
ellos.
El río Don
desemboca en el Mar de Azov y sirve de columna vertebral a Mijail para ilustrar
la vida en las aldeas o stanitsas cosacas durante la Guerra Civil Rusa sometidas
al saqueo de trigo y enrolamiento de sus hombres en uno y otro bando. En medio,
el campesino que intenta sobrevivir. Con frases cortas logra fundir la soledad
de las estepas con la del ser humano en unos entornos duros donde se producen situaciones
familiares violentas pero llenas de humanidad.
A tu salud.
¡Qué bueno es saber!
Gracias.