Según novela Kafka, en sus tiempos, un proceso implicaba que unos agentes acudieran a tu casa para arrestarte, arresto que duraba hasta la finalización del proceso sin que ello impidiese seguir trabajando y realizar tu vida normal, con la particularidad de que el procesado tenía que defenderse de una acusación que le era imposible saber en qué términos había sido formulada, hasta el punto que tampoco su abogado tenía acceso a la misma. Empieza así un deambular por salas de tribunales y amistades cercanas a los jueces en busca de una absolución para una inculpación cuyos términos desconoce y que podrá ser: absolución real, aparente o aplazada. En la primera el proceso desaparece, expedientes incluidos. En la segunda el proceso es una pelota que rebota entre las salas judiciales y el procesado se olvida de su problema aunque de vez en cuando puede ser llamado a capítulo y todo vuelva a empezar. El aplazamiento implica estar continuamente pendiente del proceso por parte del afectado poniéndole trabas para evitar que siga su curso.
El peregrinar por Josef K. por el entramado de la justicia, pone de manifiesto el por qué se la representa ciega y bien sea por su propio sentido de culpa o por no gustarle el sistema acaba facilitando a sus verdugos la condena. De ahí el término “Kafkiano” para designar a aquel individuo que debe enfrentarse a un mundo complejo, basándose en reglas no conocidas o incomprensibles, Por ejemplo: la infanta y su esposo, deben ser kafkianos. ¿O tal vez lo seamos nosotros por no entenderlos a ellos?
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