Al autor, cuando
contaba con quince años, una mañana en la que se dirigía al trabajo con su
estrella amarilla pegada en el abrigo lo hicieron descender del autobús donde
viajaba junto con sus otros compañeros y sin explicación alguna lo llevaron al
campo de concentración de Auschwitz. Comienza así una vida sin destino, de un
año y medio por diversos campos, contada sin acritud, con cierta inocencia y
humor de lo vivido donde los conceptos de tiempo, destino y libertad son
tratados con una rara perspectiva de felicidad.
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