Lucrecia es una adolescente que sueña. Sus sueños se
los cuenta a su confesor y de la interpretación de los mismos nace una profeta
que augura el desastre de la Armada Invencible. Se teje así su carrera
meteórica hacia la fama hasta el punto de tener su propio amanuense encargado
de escribir el significado de las visiones y de crearse en torno a ella una Congregación
con visos a crear un nuevo mundo. Hasta
que Felipe II dice basta y todo el poder de la Santa Inquisición cae sobre ella
y comienza su descenso entre cárceles y oficios con el sambenito como futuro.
Lo cierto es que más allá de lo novelable Lucrecia de
León existió y sus profecías fueron objeto del Santo Oficio.
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