No es exactamente una autobiografía pero indudablemente los textos, a
modo de pequeños relatos, van indisolublemente unidos a la vida del autor. Sus
experiencias en distintos orfanatos y asilos pueden, en principio, sernos
indiferentes si se ha leído Archipiélago Gulag de Solzhenitsyny
otras historias sobre aquella Rusia tras el Telón de acero. Sin embargo, cuando, tal y como se lee en la solapa que
su autor, Rubén Gallego, nació en Moscú en 1968, en la
clínica del Kremlin donde llevaron a su madre de urgencias gracias a la
intervención de su abuelo, Ignacio Gallego, dirigente del Partido Comunista
Español en el exilio, donde nacieron mellizos, pero el primer bebé falleció a los
pocos días y el segundo, Rubén, afectado de parálisis cerebral, vivió con su
madre un año y medio encerrado en un hospital y luego se lo quitaron y le
dijeron que había muerto, la Rusia profunda recibe otra vuelta de tuerca a los
ideales propuestos por la revolución y al tiempo realza el valor de Ignacio por
la naturalidad con la que aceptó sus vivencias hasta dar con la madre en Praga,
tener dos hijas y vivir en España a pesar de no recibir jamás una visita de su
abuelo.
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Blanco sobre Negro. Rubén Gallego.
Las semanas del jardín. Juan Goytosolo.
Durante un par de semanas se reúnen un círculo de lectores para debatir sobre la vida de un tal Eugenio. Cada cual aporta lo que ha podido encontrar de este personaje en ocasiones inexistente, en otras, auténtico camaleón que sirve al autor para describir las vivencias de un protagonista que logra escapar a la represión franquista al verse doblemente envuelto por su posible pertenencia a la lacra roja y por su condición homosexual. Al igual que el propio autor acaba recorriendo la geografía marroquí, donde se asienta, tras supuesto origen canario, como europeo de finos gustos hasta acabar asesinado a cuchilladas en plena calle por un loco sin ser debidamente aclarado quien fue en busca de quien.
VESTIDAS PARA UN BAILE EN LA NIEVE. Monica Zgustova
La escritora asiste en Moscú
a una reunión de antiguos presos del gulag donde acudieron mujeres y hombres
vitales a pesar de ser mayores. ¿Cómo habrían sobrevivido en aquellas condiciones?
Los prisioneros recitaban sus poemas y leían sus cuentos y ensayos que no
pudieron escribir porque estaba prohibido anotar cualquier cosa, de modo que
creaban los poemas y los memorizaban. Lo que las mujeres encontraron en el
gulag fue la amistad: una amistad invulnerable y firme.
Zayara Vesiólaya enseña una
pequeña libreta hecha a mano con la poesía que se hacía en el gulag. Irina
Emeliónova se enamoró en el gulag de un preso y se comunicaban ocultando los
poemas en el muro que separaba el campo de las mujeres del de los hombres.
Valentina Ievleva pasó ocho
años en el desierto de Kotlas y tras una brutal paliza en la barraca de la
enfermería encontró Guerra y Paz la novela de Tolstói que leyó 4 veces.
Galia Safónova nació en un
gulag siberiano y como era lo único que conocía de pequeña lo vivía como algo
natural y hasta hoy conserva los libros que las presas confeccionaban para ella
en torno a Caperucita.
Elena Korybut había pasado
10 años en las minas de Vercutá, tiene un libro de Pushkin adornado con
antiguos grabados.
También hubo extranjeros en
el gulag. Jasmina Misik fue arrestada en Polonia y luego enviada a Siberia para
refugiarse en Persia e Israel siendo posteriormente enviada a Gran Bretaña.
Conversando me di cuenta de
la gran fortaleza del ser humano y de que no hay situación a la que no se pueda
sobrevivir
La mujer de Lot. Zayara
Vesiólaya.
Zayara es la primera mujer
entrevistada que estuvo en un gulag. Estaba con sus amigos celebrando el haber
aprobado los exámenes y de repente se oyeron unos enérgicos golpes en la puerta
eran de un policía, que preguntaba ¿Quién es Zayara Vesiólaya? Tuvo que irse de
casa vestida como para un baile, falda negra, blusa roja con botoncitos y
zapatos de tacón. En la calle le esperaba un gran coche que se detuvo frente al
temible edificio penitenciario llamado Lubianka. Meses después un coche le
lleva a un vagón de tren cargado de ruinas humanas que nos llevaba hacia el
norte, a un pueblo siberiano al que nos dirigíamos para trabajar, también iba
en el tren Nicolái Bilétov que había preferido llevarse el violín a un abrigo
de invierno. Zaraya cumple la pena trabajando en Kzajistan y tras la muerte de
Stalín vuelve a Moscú, encuentra trabajo y se casa. Opina que la estancia en Siberia
fue enriquecedora pues tenía amigas en las que podía confiar. Murió dos años
después de la entrevista.
Penélope encarcelada. Susana Pechuro.
Susana se levanta a medias
pues muchas de las mujeres que pasaron años en el gulag y sufrieron malnutrición
cuando sus cuerpos se estaban formando acaban teniendo problemas de movilidad.
Cuando tenía 14 años conoció
a dos chicos Boris y Vládik amigos inseparables. Boris alto, robusto y erudito
aparentaba más de dieciséis años. Vládik delicado dócil e irónico había
sucumbido a la personalidad del amigo.
Boris una autoridad en
materia de política y filosofía nos
pidió que leyéramos textos de los políticos y revolucionarios tanto rusos como
extranjeros. Boris que era una autoridad comunica que un día crearía una organización
secreta disidente a la que se unirían otros miembros. Boris escribió los
estatutos y poco después, nos detuvieron y nos enviaron a una prisión moscovita
donde las mujeres explicaron que el arresto no tenía un motivo claro y en los
siguientes días nos humillaban de todas las formas imaginables, con el tiempo
Susanna fue puesta en libertad, retomó los estudios aprobando los exámenes de
acceso pero no fue aceptada sino con posterioridad. Preguntó por Boris y le
dijeron que había sido fusilado en 1952. Entonces se casó con un compañero de
la facultad de Matemáticas y tuvo dos hijos.
Judith del siglo XX. Ela
Markan.
Ela lleva la conversación
hacia Ariadna la hija de Marina que conoció en un campo de trabajo y tiene la
correspondencia con el poeta Boris
Pasternak amigo de su madre.
Ariadna hija de la poeta
MarinaTsvetáieva se fue de casa porque entre ella y su madre se producían
escenas tempestuosas. La encarcelaron, le pegaron desde el primer momento, la
interrogaron de día y de noche, no la dejaban dormir y la encerraron descalza y
desnuda en celdas heladas azotándolas con porras heladas llamadas
“interrogadores para mujeres”. Después de un año de sufrimiento interrogatorios y torturas la condenaron a 7 años de trabajos forzados.
Marina, sin trabajo, escritora
considerada por muchos la mayor poeta del siglo XX se vio empujada al suicidio.
Ariadna no hablaba a menudo
de los campos de trabajo, pero pudo enterarse de la muerte de su padre y de su
madre. En 1949 volvieron a encerrarla en el gulag que se encuentra más cerca
del Polo Norte desde donde escribió las cartas a Pasternak.
Ela vuelve con el té y dice
usted ha venido por mí y por mí historia y comienza narrando, fueron tres las
generaciones de mi familia que sufrieron
represalias. Nací en Tiflis la capital de Georgia y mi padre que era
viceministro de la industria de madera del transcaúcaso había propuesto hacer
una distribución de los recursos forestales entre Georgia, Armenia y Azerbaiyán.
No tardaron en cesar a mi padre, le detuvieron y poco después lo fusilaron, a
mi madre la encarcelaron.
En el colegio y en el
instituto nos educaron para sacrificarnos por el bien común y con el tiempo
decidimos formar una organización terrorista clandestina con la finalidad de
atentar contra Stalin, pero uno de los compañeros nos denunció a todos, nos
detuvieron y nos enviaron a un campo de trabajo más allá del círculo polar; aguanté bien el campo aunque
me empleaban en los trabajos más duros, viví situaciones difíciles que me curtió
y me enriqueció. El gulag es una situación límite que te enseña todo sobre ti
misma y sobre el ser humano. Hay que
adaptarse a cualquier situación, pues aquel que se rinde acaba pereciendo.
Minerva en las minas. Elena
Koribut Daszkievicz.
La señora Márcova ese era su
apellido de casada sirve el té en un juego de porcelana y tampoco puede caminar
bien debido a la malnutrición prolongada en los campos de trabajo.
Fue detenida por los
soviéticos durante la Segunda Guerra Mundial, al considerar que la población de
los territorios ocupados por los nazis se componía de colaboracionistas y
traidores a la patria. Durante la guerra trabaja en un hospital de manera
desinteresada. Cuando las tropas alemanas se retiraron solo pensaba en estudiar
pero la acusaron de haber colaborado con los nazis y la detuvieron, después de
un largo viaje aterrizaron en el campo de Kotlas, antes de acostarse le toco
sentarse al lado de un anciano de barba blanca que había ejercido de chamán, el
cual le dijo. Tu camino será largo y duro, tendrás la muerte en los talones más
de una vez, tal que a veces llamarás a la muerte para que te lleve, pero no
tengas miedo, aunque no volverás a casa hasta después de muchos años. Una vez
en libertad conocerás la felicidad y el éxito, solo morirás cuando seas muy
mayor. Al día siguiente la trasladan al norte donde la doctora Ania la mantiene de ayudante en el
ambulatorio.
Por problemas de acoso, pide
trabajar en las minas donde en verano el preso que cometiera una pequeña
infracción se le desnudaba hasta la cintura y se le obligaba a permanecer de
pie junto a la torre de vigilancia donde los mosquitos lo machacaban, si se
movía sonaba un disparo.
Para no desesperar recordaba
poemas o cantaba bajito arias de óperas del repertorio de mi madre. Una
compañera reconoció El Oro del Rin y estuvimos hablando sobre Wagner. Al día
siguiente fui requerida por el supervisor del campo, para imputarme delitos de
apología del racismo y de las consignas fascistas. Los apellidos de los
compositores alemanes habían sido trastocados por los de jerarcas nazis.
Podía haber sido fusilada por propaganda
fascista pero alguien conocía los nombres de los compositores alemanes y la obra
de Wagner.
Al preguntarle a Elena por
¿Cuál es el trabajo más duro de todos? ¿Podía haber algo más terrible que pasar
días y noches hambrienta, en una helada celda de castigo sumida en la
oscuridad, y luego salir a las minas o a
construir la vía del ferrocarril? Si
contesta, más refinadamente cruel es cuando en pleno invierno te envían junto
con otros presos a construir un muro con piedras pesadas que costaba levantar y
al día siguiente ordenaban que destruyéramos lo erigido, y así una y otra vez.
La mayor tortura consistía en la inutilidad de un trabajo sobrehumano que
teníamos que deshacer.
No sé cómo he podido meterme dentro de la piel
de las prisioneras, pero después de esto me di cuenta de que la lectura era un
alimento extraordinariamente tóxico y decidí no seguir leyendo cuando iba por
la página 126.
Emma. Jane Austen.
Novela entretenida que permite valorar el entramado social inglés de
inicios del siglo XIX.
Las diferencias de clases, el tratamiento usual entre
personas de clase media alta, las formas de diversión, el enamoramiento y
compromiso, todo ello a través de los ojos de una joven veinteañera que se
entretiene planeando futuras parejas sin caer en la cuenta de cómo ella se va
enamorando hasta que tiene que decidir entre seguir pendiente del cuidado del
padre (como todo buen inglés siempre interesado en el tiempo y las corrientes
de aire) o aceptar la mano de su futuro esposo.
Como es propio de este tipo de novelas su linealidad
en el tiempo las hace fáciles de leer aunque en ocasiones son tan prolijas en
el detalle que se vuelven extensas y lentas lo que no hace perder un ápice el
que su lectura mejore los vestuarios y paisajes de películas como Orgullo y
prejuicio y Sentido y sensibilidad, guiones basados en novelas de la misma
autora.
Este inmenso mundo. Sinclair Lewis.
Arquitecto de fama, el
protagonista, tras la muerte de su mujer en accidente de tráfico del que él
sale ileso decide tomarse un año sabático en Europa. Pasa a Inglaterra y acaba
en Florencia. En esta ciudad tiene lugar la trama donde el autor aprovecha el
escenario arquitectónico e histórico para describir a la comunidad americana
que tras la Guerra Mundial se afinca en esa ciudad. Aprovecha para comparar los
modelos de vida entre un país y otro con un tono de humor que hace la lectura
divertida.
Noches Florentinas. Memorias del señor de Schnabelewopski. Heinrich Heine.
Maximilian, que así se llama el protagonista de las noches (realmente
solo dos) acompaña en el lecho de muerte
a una amiga. Para evitar su fallecimiento se convierte en una Scheherezade que
no para de contar sus vivencias florentinas mientras un médico entra y sale de
la habitación de la enferma para valorar su evolución.
En las Memorias del señor, el escenario es París y el autor
hace uso de su experiencia vital para valorar, de nuevo con ironía, su crítica
sobre Alemania para lo que aprovecha escenas costumbristas, polémicas
religiosas o su fascinación por el holandés errante.