Crea Caballero Bonal su
propio espacio geográfico que no es otro que Doñana al que llama Argónida.
Entre caños de agua, arena y cañaverales teje con el viento típico de la zona una
historia sobre el aislamiento y la dureza de vivir de lo que aporta la marisma
hasta que aparece un tesoro que lo cambia todo.
El uso de la palabra justa,
certera y rica demuestra un gran conocimiento del vocabulario no solo local
sino del español por parte del autor. Por otra parte la creación envuelve al
lector entre linces, flamencos, zorros y otros animales del Coto, hoy Parque
Nacional, para producir en el lector una experiencia distinta a la provocada
por otros autores.
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