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Un amor. Sara Mesa.


 

Historia curiosa de una mujer que se aísla en un pequeño pueblo rural para evitar sus problemas laborales y continuar con la traducción literaria de donde obtiene lo suficiente para malvivir dependiendo de sus nuevos vecinos de los que no entiende sus pautas de comportamiento, llenas de silencios y equívocos, de prejuicios y de sobreentendidos, de tabús y transgresiones donde el lenguaje de los personajes más que ayudar a integrar logra excluir y diferenciar.


Ágata ojo de gato. José Manuel Caballero Bonal.


 

Crea Caballero Bonal su propio espacio geográfico que no es otro que Doñana al que llama Argónida. Entre caños de agua, arena y cañaverales teje con el viento típico de la zona una historia sobre el aislamiento y la dureza de vivir de lo que aporta la marisma hasta que aparece un tesoro que lo cambia todo.

El uso de la palabra justa, certera y rica demuestra un gran conocimiento del vocabulario no solo local sino del español por parte del autor. Por otra parte la creación envuelve al lector entre linces, flamencos, zorros y otros animales del Coto, hoy Parque Nacional, para producir en el lector una experiencia distinta a la provocada por otros autores.


Poética. Aristóteles.


 

Aristóteles fue el primer gran taxonomista. Intentó clasificarlo todo. En Poética trata sobre los géneros literarios. No es fácil de entender sin las notas a pie de página ya que son pequeños fragmentos recopilados que él usaba para sus enseñanzas con sus alumnos, los peripatéticos por aquello de ir caminando y filosofando. Se cree que a sus opiniones sobre el sentido de la fábula tanto en la epopeya como la tragedia dejó también escrito un tratado sobre la comedia. Este texto no encontrado da pie a Umberto Eco para escribir El Nombre de la Rosa en el que supuestamente los monjes guardan tan preciado secreto para evitar los efectos nefastos de la risa en contraposición con el miedo usado por la iglesia en el medievo.


Las edades de Lulú. Almudena Grandes.


 

Lulú, retrato de la sociedad madrileña de los ochenta tiene como hilo conductor la evolución de una niña a mujer a través de sus experiencias sexuales. El sexo como droga y la insaciabilidad ante el mismo la llevan a adentrarse en experiencias que la van degradando como persona sin que ello le impida seguir creyendo en el amor.

De mucho éxito cuando vio la luz en una nación que tras la transición se saturó de películas y revistas porno su lectura en la actualidad no tiene ese halo transgresor con el que fue acogida, lo que no resta validez como testimonio de una época y del difícil regreso a la normalidad de aquellas actividades que creemos controlar pero que nos acaban controlando.