Macondo, ciudad en la que
discurre Cien Años de Soledad tiene algo de Ciudad Ortíz. Comala, ciudad en la
que vive Pedro Páramo tiene algo de Ciudad Ortiz. Una ciudad que se derrumba,
que ve morir a sus gentes, que ve pasar la revolución y la contrarrevolución
pero en la que ya no para nadie. La escuela no prospera, el amor tampoco. El
paludismo, las fiebres perniciosas y los anquilostomas (lombrices intestinales)
convierte Ortiz en una ciudad fantasma que solo ofrece una opción: emigrar
hacia los nuevos pueblos en construcción alrededor de las prospecciones
petrolíferas en Venezuela.
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Casas muertas. Miguel Otero Silva
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