“A los cuarenta años,
cuando mi experiencia de vida comenzó a convertirse en fatiga, hice un cálculo
teórico que luego fui afinando con entrevistas personales y lecturas
sexológicas: el amor erótico entre dos personas dura como máximo cien coitos.
Cien encuentros. Cien noches. A partir de esa cifra, todo es previsible y
ordinario. No desaparece el deseo, pero sí la perturbación. No desaparece el
placer, pero sí el asombro”. Pag. 217.
Una psicóloga estudiosa de
la sexualidad en propia persona envuelta en un experimento sobre fidelidad en
la pareja para comprobar si lo contestado en las encuestas es cierto acaba en
envuelta en una trama policial.