Buscar título en este blog

El año del pensamiento mágico. Joan Didion.


 

Tras una neumonía la hija de la escritora ingresa nuevamente y permanece en coma. Semanas más tarde durante la cena con el padre de la misma, este sufre un infarto masivo e ingresa cadáver.

Es este el relato del duelo, ese estado de “enfermedad” que sufre el ser humano ante la pérdida de sus seres queridos.

A pesar de tener mucha viruta de corte americano como son los viajes para acá y para allá, las reuniones y los recuerdos muy generales que compartió con su esposo, en ocasiones entra en su intimidad y revela cuestiones del proceso del duelo que ayudan a entender el mismo.


Un rincón en el Jardín de las Hespérides. Lady Goodenough.



Para la autora, que vivió en Güimar, a inicios del siglo pasado, es ahí donde debió hallarse el Jardín.

Relato de sus gentes y costumbres, de su alimentación y vestimenta.


El libro se complementa con dos escritos sobre expediciones a El Teide que aportan datos curiosos para la época.


Las Campanas Gemelas. Lars Mytting.


 

Las iglesias noruegas a mitad de camino entre la fe y doctrinas protestantes y las tradiciones ancestrales de los pueblos vikingos suponen un foco de interés para los alemanes a fin de evitar su destrucción. A su vez, para los iglesia noruega, el poder venderlas y construir otras más acordes a los tiempos en los que pudieran celebrar los oficios todo el año sin los rigores del frío y enterrar a sus fieles tras su muerte y no tenerlos todo el invierno en sus casas conservados al no poder excavar en la helada tierra supone una buena inversión. Cuenta esta novela la compra de una de estas iglesias totalmente fabricada en madera, su desmonte y supervisión a cargo de un joven arquitecto, la influencia del joven cura y las intenciones de una muchacha de uno de los valles colindantes a la construcción.


El planeta Tenerife. Olivia Stone.


 

En 1883 llega Olivia con su marido a Tenerife con la intención de recorrer las siete islas. En este tomo se presenta su estancia y vicisitudes por los distintos pueblos de la isla así como su ascensión al Teide. Con una prosa sencilla pero efectiva en sus descripciones comenta sus alianzas con los ingleses ya afincados a fin de facilitarle cartas de presentación con las que abrirse paso pueblo a pueblo entre una población curiosa al ver montar en su jumento a una dama al estilo caballero o dormir en una tienda antes que en una casa. Las vivencias son de lo más variopintas entre las que se encuentra el apoyo del “práctico” o guía Lorenzo, de Puerto de la Cruz como intermediario entre el matrimonio y los isleños así como su capacidad para conseguir los medios necesarios para hacerles la vida en la isla más llevadera.